Hoy hablaremos de algunos de los errores más típicos de comunicación con nuestro perro. En este otro post analizábamos la comunicación verbal y no verbal de los perros, así como su significado dependiendo de la situación en la que nos encontráramos. Igual de importante es conocer aquellos signos equivocados que los humanos utilizamos para tratar de hacernos entender con nuestro compañero de manera habitual, para evitarlos. Por que así como nosotros somos capaces de aprender lo que quiere decir sus posturas y formas de actuar, ellos pueden tener más dificultades, y desembocar en más de un malentendido.

Es indiscutible que la comunicación interespecie es difícil. Sólo los animales simbiontes parecen haber desarrollado algún tipo de entendimiento mutuo de manera natural y fluida. Y aunque el perro lleva con nosotros más de 10.000 años y hemos colaborado estrechamente para la supervivencia de cada cual, aún estamos lejos de entendernos a la perfección. Es por ello, que cuando nos relacionemos con nuestros compañeros de cuatro patas, debamos volver de algún modo al pensamiento atávico y simplificar nuestra manera de comunicarnos con ellos. Porque en muchos casos, deseamos suplir con cariño lo que deberían ser órdenes directas, por miedo a poner en peligro vuestra amistad/relación familiar. Pues bien, nada más lejos de la realidad. Lo mejor es dejar los límites claros tan pronto como lleguemos a casa, ya que estos asentarán las bases necesarias para que nuestro pequeño pueda ser socializado de manera correcta. De este modo, estamos facilitándole su incorporación a la sociedad y al mundo en el que va a vivir toda su vida.

Estos son pues, algunos de los errores más comunes que cometemos y que pueden causarle confusión a nuestro compañero:

  • Utilizar voz aguda para todo

Por lo general, los sonidos muy graves o muy agudos resultan terriblemente desagradables para los perros. Es por ello que muchos perros se muestran miedosos ante los petardos, los timbres del hogar o, todo lo contrario, se muestran entusiasmados y hasta casi agresivos con juguetes que hacen pitidos. Todos los sonidos agudos son especialmente llamativos para ellos, posiblemente vinculado a un instinto ancestral de caza, ya que ese tipo de ruidos son los que suelen hacer sus presas pequeñas en la naturaleza (ratones, ratas, conejos, ardillas, etc). Cuando oyen una voz aguda, prestan más atención enseguida, pero eso puede volverse en nuestra contra si la utilizamos para todo. Al entrar en casa, al darle de comer, al hacerle mimos… estaremos continuamente vinculándolo a acciones que provocan su excitación, por lo que deberemos sólo usarla para momentos puntuales.

Un extra: Las palabras con T o R suelen ser más efectivas a la hora de dar órdenes, o si lo utilizamos para enseñarles palabras o nombres. Esto es debido a que son sonidos más fuertes y requieren de una mayor focalización vocal.

  • Saludarle y decirle adiós con gran efusividad

Si hemos dicho que no debemos usar los sonidos agudos para saludar o despedirnos de nuestro perro, mucho menos deberemos de hacerles aspavientos que sólo provocarán alarma en él. De hecho, al despedirnos con gran efusividad de nuestro perro lo que estamos consiguiendo es que el perro vincule el adiós al momento del abandono y pueda provocar el crecimiento de una posible ansiedad subyacente en él. Hay que normalizar esas salidas, comenzando desde el primer día, y habituandole a quedarse solo. Nuestra recomendación es empezar dejándolo de 10 a 20 minutos solo cada dos horas, e ir aumentando el tiempo gradualmente. Y por supuesto, nada de acariciarle o darle mimos porque nos da pena, se pone a llorar o rasca la puerta. No debe relacionar el hecho de que si llora o se hace el dramas volveremos a por él.

  • Chillarle cuando hace sus heces u orines fuera de su sitio

Los perros no comprenden que queramos que orinen o defequen en un sitio en específico. Para ellos, realizar sus necesidades es algo natural y no cabe en su cabeza que podamos estar echándoles la bronca porque ellos haya realizado su micción donde su olfato le indicaba que era el mejor lugar. Si le chillamos o le frotamos su hocico contra ese pis, sólo conseguireís que os tengan miedo y comience a esconderse para realizar sus necesidades, encontrándoos la desagradable sorpresa detrás de la puerta o debajo de la cama. Es por ello que funciona mucho mejor educar en positivo. Darle premios y mimos para reforzar las conductas que nos parezcan más adecuados. Cada vez que le veamos ir a su sitio a hacer sus cosas, le premiaremos. Chillar, golpear con un periódico o enfadarte no os va a llevar a ningún sitio, prometido.

  • Estirar la correa indiscriminadamente

La correa es un momento íntimo entre tu amigo y tú. No debe ser un objeto de tortura, o un castigo. La correa tiene que ir relajada, a tu lado o por detrás de ti, y debemos pararnos a permitirle oler lo que desee durante el trayecto, ya que es su forma de relacionarse con el mundo. Si estiramos continuamente de la correa y vamos arrastrándole de un lado a otro, pierde la eficacia comunicativa que tiene. Pequeños tironcitos y órdenes vocales serán suficientes la mayoría de las veces para conseguir que haga lo que queremos. Aquí hablamos de las diferencias entre el collar y el arnés y los pros y contras de cada uno de ellos.

Asunto aparte será la de los perros ansiosos, que tiren siempre de la correa y nos arrastre durante todo el paseo comprometiendo incluso la integridad de su cuello al estirar la correa al máximo, ahí será necesaria la actuación de un etólogo.

  • Repetir su nombre hasta desgastarlo

No, no y no. Repetirle el nombre una y otra vez como una ametralladora no conseguirá que se lo aprenda más rápido ni hará que te haga caso antes. Solo provocará que enardezcamos su ansiedad y le originaremos un problema de identidad al no comprender qué es lo que queremos de él o porqué estamos llamando su atención continuamente. Es mejor usar la voz firme, en una única llamada, o usarlo junto a una orden sencilla(por ejemplo: ¡Rex, sientate! Esto es, una llamada de atención + una orden corta).

Está demostrado que los perros son capaces de entender una media de 89 palabras, incluso saben distinguir entre varios idiomas. Sólo necesitamos tiempo y constancia, y saber el momento adecuado en el que nuestro perro esté equilibrado para atender y aprender. Esto es, cuando esté relajado y atento a nosotros en exclusiva.

  • Darle un premio cuando lo pide

Es tentador, porque te mira con sus grandes ojos sinceros y amorosos, pero darle un premio cuando te lo pide o dárselo cada vez que haga algo bien es contraproducente. Lo ideal es sustituir de vez en cuando el premio por lo mimos y las atenciones, de esta manera controlaremos cuánto y cuándo le damos las golosinas. Abusar de ellas además puede provocarle a largo plazo problemas estomacales u obesidad. Es mejor utilizar productos naturales, como la zanahoria.

  • Dejar que ladre durante el juego

El ladrido es una de las formas que utiliza para comunicarse, ya hablamos de ello en este post de aquí. Pero permitirle que ladre durante la excitación, no es lo mejor. Por ejemplo cuando jugamos, puede llegar a ladrar porque quiere la pelota, o porque quiere más tiempo de juego con nosotros. Pero no es un comportamiento deseable, y no lo fomentaremos. Nada de hacerle rabiar más, ni reírnos porque nos haga gracia. La forma adecuada es chistarle y en caso de que no haga caso, detener el juego y esperar a que se calme para volver a retomarlo.

Mismo peligro corremos si no le damos importancia a sus gruñidos. Un gruñido es un aviso, la antesala de un ladrido o una mordedura, y una muestra de agresividad que no debe ser tomada a broma. Cada vez que le veamos gruñendo, deberemos de corregirlo automáticamente, ya sea chistandole, llamando su atención, quitándole el motivo del gruñido o controlando sus acciones.

  • Abrazarle en cualquier momento y lugar

O tenerle en brazos las 24 horas del día. Sabemos que es tu bebé y que te mueres por acariciarle todo el día, pero no es lo adecuado ni lo sano. Hay momentos y lugares, por lo general en la tranquilidad de nuestro hogar. No por lo inadecuado, sino porque estamos dándole señales extrañas a nuestro perro cuando le abrazamos en la calle, donde muchas cosas están ocurriendo a la vez.

Esto también tiene mucho que ver con no sobreprotegerles ante los posibles peligros. Hay que dejar que sean perros, que se comporten como tales. Que olfateen cosas, se relacionen con otros animales y con personas de todo tipo, y que visiten nuevos lugares que estimulen su olfato.  Si les cogemos en brazos cada vez que nos entra miedo porque hay un perro grande cerca, no estamos ayudandoles. Al contrario, tomará la aparición de otros perros como un ataque a su persona y su familia (ya que ha sentido tu miedo) y tomará una actitud defensiva.

  • No ponerse a su altura

Esto suele ocurrir sobre todo con los cachorros. Si hay cierto miedo o timidez, lo ideal es bajar a su altura y ponernos lo más cerca del suelo para causarle más confianza. Al fin y al cabo, seguimos siendo gigantes para ellos.

  • No poner suficiente fuerza a la orden

Es una orden. Las órdenes deben ser por naturaleza frases cortas, concisas y fuertes, que no dejen lugar a duda lo que queremos. No puede darse con inseguridad, puesto que es fácilmente perceptible para nuestro compañero. No es lo mismo que gritar, sería más adecuado decir que se proyecta la voz pero sin levantarla.

Y vosotros ¿Qué otros errores de comunicación habéis cometido a la hora de educar a vuestro perro? ¿Hay alguna que no hayamos mencionado en la lista? ¡Contarnos vuestros trucos!